Si se me olvida la humanidad
en cada sendero de la vida
llénenme de sal el cuerpo
de musgo y jabalinas los ojos
porque nunca ha sido este tiempo
más que para eternizar la espera
para reconstruir las paredes y los techos
de aquellos que se comen al aire
y siguen sonriendo en silencio.
Nunca se podrá escapar de mí
esa incansable sensación de poseer
el mundo entero y sus ropajes
las calles y cada nombre
el vapor de un hermano que respira
porque para eso vine
para eso me despierto todos los días
y descobijo la realidad
que quién sabe por qué
no me toca vivir.