Tenés el silencio
y dos crayolas,
además del puerto
donde te quedás
una o dos veces por mes.
Cuando llegás
me imagino que los zapatos
son mordiscos
que le hacemos a la tierra
cada vez que le alquilamos
un espacio
para pensar en lo mucho
que habla la gente
y en lo poco que pintan mandalas,
incluyendo las partes en blanco.
Tenés el alba
y esa ausencia de miedo
podés vivir sin nosotros
pero a mí...
a mí me cuesta ese vacío.
Es cierto que uno mismo
suele ser la sombra y el cuerpo
y que volar se hace
desde el suelo
sin mirar hacia los lados,
pero a vos
te encanta mover
en círculos las alas
con afán de limpiar a los demás
en el huracán de tus recuerdos.
Tenés el ahogo
y al agua
o el ahogo
y al verso
porque a veces no sé
si lo que tardás en escribir
es el tiempo en que nadás
o si más bien
le temés al agua
y a la tinta que se le asemeja.
Tenés un respiro quedo
y el silencio,
repito....
el silencio con que enseñás al mundo
cómo se hilvanan
el color y los espejos.