Digamos que vos estás
de este lado del viento.
No sabés cerrar los puños
a la hora de gritar
y seguís comiendo nubes
cuando te ataca una migraña incontrolable.
Yo supondré tu veracidad
a la hora de explicarnos
este tiempo que parece no llegar,
me convertiré en sal y óleo
solo para derretirme el amanecer
de una estocada.
Digamos que yo crucifiqué
este miedo innecesario
para que vos creyeras
en la sublime sensación de cantarle
a todo aquello que parece absurdo,
indefenso.
Vos creerás en mí
y en aquellas rutinas
para cepillar los pasos
desenredando la inseguridad
con que te olvidas.
Digamos que sí…
Vos y yo.
Solo digamos.
5 comentarios:
Muy ingenioso. Me encantó.
Gracias, Francisco, por estar aquí
Un abrazo
Digamos que yo crucifiqué
este miedo innecesario
para que vos creyeras
en la sublime sensación de cantarle
a todo aquello que parece absurdo,
indefenso. me encanto esta parte Alejandra la felicito.
gracias, Elena...
un abrazo
De verdad que me gusta leerla ale :)
Este está simplemente genial!
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