Las tardes como hoy
deberían tener nombre de verbo
como decirles barco quieto
cuyo regreso a tierra firme
mide lo que el sol en el horizonte.
No hay rutas, solo canto
de nubes y flores
sembradas en forma de amor
bajo mis pies solos, sin ciudad.
Las podría llamar veranera
cosecha de café... verolís
tarde de viento desteñido
de manos amarradas por misterios
que vuelven a sembrar la fe.
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