domingo, 22 de enero de 2017

Nada



Es la nada
la que se avecina.
No tengo un nombre 
a quien contarle qué fue de mí
en estas horas en escalones.
He intentado hablarme 
decirme quieto que eso
que no escucho
es al menos la fe
de que algo pronto llega.
Nada hay detrás de la neblina
ni una mano extendida
cuyo pulso solo se descifra
al calor de la sangre que la recorre.
Olvidé el dónde y el porqué
cuándo dijeron que iba a desaparecer
y dejé de pensar.
Sigo buscando la forma
de llamarme
gritarme con todo el pecho
solo que
simplemente
no me veo.

jueves, 14 de abril de 2016

Página 85: de volver al corazón



El corazón mide
del pulgar al índice
así como un amor esquivo
reservado.
Si le pudiera desabrochar
el saco
lo llevaría a dormir conmigo
fingiría celos
rencor
resentimientos imaginarios
para provocar la ruptura.
Pero no.
Paso la página
y vuelvo siempre
a la medida exacta
aunque vaya de dedo a dedo
aunque sea solo una distancia.

viernes, 1 de abril de 2016

Página 79


Es imposible 
no humedecer el ojo
cuando los pájaros saludan las auroras
y las praderas en mis manos
son pequeños jardines que despiertan.

En la disputa de pan
entre un hombre y un perro
amanece a camino incierto
se avivan todos los pasos
las rosas y los parques
porque no se puede dormir
y sonreír al mismo tiempo.

Amanece…

Inútilmente la calle intenta hacer silencio
o tal vez  puedo ser yo
tapándole los oídos a un día
incapaz de despabilar
cuanto recuerdo hubo de anoche.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Barco quieto

Las tardes como hoy
deberían tener nombre de verbo
como decirles barco quieto
cuyo regreso a tierra firme
mide lo que el sol en el horizonte.
No hay rutas, solo canto
de nubes y flores
sembradas en forma de amor
bajo mis pies solos, sin ciudad.
Las podría llamar veranera
cosecha de café... verolís
tarde de viento desteñido
de manos amarradas por misterios
que vuelven a sembrar la fe.

lunes, 19 de octubre de 2015

Más y mar adentro



 A José Mario

Hay una playa:
estás vos apenas innombrable
con tantos años encima
que casi no se te ven los atardeceres.
Hay olas suaves
de esas capaces de gritar sonrisas
en los rostros que ya no vemos
como el tuyo y el mío
que no se encontraban.
¿Era vos o solo espuma?

Hay una playa
una sonrisa
y tantos años perdidos
hay un descuido
un recuerdo
un llanto de tantos
como mar que nos ahoga.
Estás vos
en otro lado
como agua
como ola que retrocede
más y mar adentro.

sábado, 3 de octubre de 2015

Los ojos de Alicia




Ya no me muerdo las uñas, ahora me como los ojos 
Erika Kuhn


Los ojos de Alicia
no son de setiembre ni de lunas
o de partículas de luz entre las celosías.
Nunca tratan de imitar
el profundo dolor de una calle amplia
que lleva el récord
de dormir hombres y niños sin casa.
No sé de dónde son esos ojos
o a cuántas de sus pestañas
se les pide deseos.
Los ojos de alicia
sin mayúsculas
no son los de mis manos
no son la dicha.
Ni densos, ni negros
Ni ojos.
Ojos de niña y salto
que se ven como canción de piano
una que todavía no me aprendo.
Alicia tiene ojos de no redondo.
Sus ojos no son mis ojos.
Ya no me muerdo las uñas, ahora me como los ojos / Erika Kuhn



jueves, 1 de octubre de 2015

Sinestesia



Los martes me saben
a mango verde con sal
y una pizca de azul-celeste.
Tengo tres palabras con olor a vainilla
y cada vez que toco mi cama
viene a invadirme un sonido limpio
como el de dios abriendo los ojos.
Mis hermanos saben
a pan casero de abuela Margarita
quien como su nombre lo dice
es una flor con olor a blanco
mi papá brilla con sonidos claros
y mamá, mamá escucha todos los colores.
Las ventanas, los buses y los libros
suenan a bienvenida
una que en silencio me sonríe.
Siempre que cocino algo
te recuerdo a vos, amigo,
perdido en el sueño de las noche
capaz de recordarme como sea.
Esta ciudad
me saben a una sola cosa:
a dulce de leche y eternidad
a pino y cereal tostado
a violeta y limón ácido.
Yo misma huelo a días
siembro terciopelo en eras profundas
y me voy a contar hazañas
sin más que dos ojos, 
un olor...
todas palabras.