
Es cierto tanto deseo
regarte en pleno campo
con aquella tinta dulce, casi hirviente
llenarte poro a poro
de flores y silencios.
Dejar que se me escape el rostro
volver al detalle de tus lirios
puntiagudos, casi humanos
para cubrirte los muslos tibios
con trazos de carbón puro.
Cernir mareas de colores
para que renazcan pieles
en tu vientre, casi jardín
con ayuda de mis soles
con tu semilla seductora.
Reconstruir los campos
mientras las bocas
exprimen su sabia, casi un mar
Sin lucha ni paciencia
sin prisa y con soltura.
Quiero oírte en luz serena
con este par de ojos
aislados y soberbios, casi apóstoles
de tus líneas descubiertas
de tu paz inmóvil y sincera.
A Marco
Vos…
Vos sos como un cristal, amigo,
cargado de espejitos de luz
en los que me puedo ver
la piel completa.
Tenés una inocencia
similar a la mia
porque te dividís en estaciones
para crecer como árbol
para vivir casi en flor
para volverte semilla
todas las noches.
Vos…
Vos sos como un silencio atento
cuando te ocultás de mi pupila
de los ojos de esta muchedumbre
que solamente espera tu figura
tu realidad en las palabras y los hechos.
Tenés alivio y coraje
único, como nadie,
para dejarte ir por las tardes
y volver en las mañanas
siendo vos,
siendo árbol,
siendo vos,
amigo.