miércoles, 27 de octubre de 2010

Preposicional

En la esquina de tu frente
revolotean pedacitos de crepúsculo
tintes de ruido y sal...
acontecen sucesos innombrables.
Ante la historia de tu boca
desfilan silbidos
que enmudecen a cualquiera
antraen al viento de tarde
convirtiéndolo en un desacuerdo tonal.
Debajo del asiento de tus pies
miles de luchas hacen piruetas
sin bufones o colores...
marcan la rutina con elegancia
con la leve presión del paso.

Cabe en la silueta de tu hueso
el ruego que le hacemos
a esos hombres sin cabeza
víctimas de nuestro enojo
uniformados con angustia
al ser testigos de cómo
te extingues y me desvanezco,
hasta el límite de morir de hambre
por el insípido cúmulo de noches
cuando te toco y hay polvo
cuando me buscas
y el alba me lleva consigo
no permitiéndote saciar tus manos.

Para mi sigues llevando
esa agitación en la inocencia
que te hace menos perecedero
y te arranca las ganas
de ver la furia contenida.
Según nosotros
llovería calma por la tarde
mientras la hojarasca
renovara profundamente
la cresta encendida de la luna.

A tus latidos les he dado un nombre
como bautizándolos con la vida
seguida del llanto que le ruego a tu silencio
desde que supimos
que el olvido no nos era
para nada sencillo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Ambos





A Pablo

Tienen huerto entre los dedos
capullos creciendo
cerca del verdor terrenal.
No consiguen dar a luz
mariposas y jilgueros
porque aún no se unen
en carne y huesos completos.

Si los miras de lejos
creerás que se reconocen
por el tacto y los deseos
porque se conocen
simplemente
en la distancia de los hombres
si los ves de lejos
sentirás la inquietud
de sus semblantes serios.

Uno le teme un poco
a los baúles, al pétalo, al trigo
llora por fortuna y desventura...
llora por la vida...
se extiende en sonrisas
y ama con el corazón descubierto.

Otro recrea el amanecer
como si fuera su salvación única
es el motor de vida
silencio, paz y desvelo...
lloró solo una vez
al ver consumido su amor
antes el amor de aquel otro corazón.

Si estás cerca y observas
guiñan sus secretos
rezan al mar por el hoy
mantienen la promesa
de una eternidad con lirios
de una perpetua cadena de años.

Tienen ansias de fundar
una estela de sueño
de hilar con sus nombres
una diminuta canción...
de cerca o de lejos
uno y otro
se mecieron en un lazo
entrecruzado con miradas:
ampararon su pecho
en un hola, no un adiós.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Dos coma cinco

AL VARSI DAL EPOGI MRASANBA
E POGUA

"Hay que crear aparatos que nos enseñen el valor del silencio"
Otoniel Guevara


El corazón es como un lirio
que se escapa por entre las filas
de transeúntes alocados
incapaces de ordenar el asombro.

Cuantas veces se tenga la palabra
ermitaña especie nocturna
más veces hablará este pecho
sobre el secreto de los sueños.


El corazón no es como un lirio
es más bien un tropezón del alma
cansada del oleaje vacío
de esas suertes que parecen mares.

Ver alejarse la prisa
deletreando este par de ojos cansados
resulta como viajar en vuelo a casa
solo con unos pies... sin alas.


El corazón es más sencillo
que cinco veces nuestras tazas de café
porque no se confunde
se esparce en latidos cada verano.

Dicen que es fácil sembrarse
al lado de árboles sin hojas
de igual forma es natural
pedirle follaje al barro.


El corazón es el corazón
en las manos, en la tierra o fraccionado
es esa vida diminuta
que se inquieta y se renueva en el silencio.

lunes, 4 de octubre de 2010

El haber



Un hombre soñó
y clavó en las nubes
pedacitos de ojos,
estrellas que pestañeaban
cuando la humedad
era intensa y pesada.

Un mujer dudó
como si el llanto
no le asegurara también
la felicidad del cuerpo
como si las noches no fueran
cenizas del descanso.

Él se dedicó a tildar
aquellos cielos escondidos
mientras ella abrazó con lunas
las palabras que comenzaba a olvidar.

Una vez
un hombre repleto
y una mujer vacía
juntaron auroras:
él no conocía inquietudes
había permanecido clavado
con sus sueños de loco;
ella no conocía encantos
había permanecido cegada
por una oscura ignorancia.

Esa vez
hombre y mujer
fundaron el tiempo:
el de vivir amarrados
a la nada.

domingo, 3 de octubre de 2010

Click


Fotografía: Daniela Castro


Dicen que allá abajo
descansaba la tormenta...
ella diosa,
desde arriba,
sabía que su aire
y su color
eran solo incomprendidos
por el ruido de los hombres.

Si alguno lo hubiera sabido,
habría dado todo
por volar entre la angustia,
por saltar aún sin impulso,
por llegar hasta su tono.

Dicen que allá arriba
no había pecado ni secuela:
la fascinación de sus ojos
recaía en poder revertir
cada día
la forma en que abría su ventana.