
Yo me quito los zapatos debajo del sol
A vos y a mí
nos crecen semillas
en los dedos y las uñas
y llegamos a ser árbol
para fabricarnos una casa:
"Vení, aquí junto a mi pulgar
hay una chimenea,
hoy te toca dormir
entrelazado en mis falanges".
Tenés las alas
sin haber visto el viento
que se enrosca en el camino y las nubes
y así, poco a poco,
volás kilómetros para olvidar
volás del cielo en picada
mientras pensás cómo sería tener
más bien
al aire en tu espalda.
En cambio yo... yo me descubro
sin pensarlo dos veces
me dibujo del centro hacia los lados
y desde la letra hasta el tintero...
¿Querés que te cuente un yo?
A vos y a mí nos dicen eco
y no sabemos el afán
que tiene el mundo mundo mundo
de multiplicar lo innecesario
y encerrar en sus cabezas
al árbol, al aire y al cuento.
Nadie sabe ni entiende
los pormenores con que se fabrican
las posibilidades de existir en los abismos.
A vos y a mí nos tildaron
una vez que pestañeamos
al ver caer el sereno.
Y no comprendo a esta gente.
Vení, mejor encerrate en la palma de mis manos
y dejame contarte un viento:
"Habia una vez un cuento
de cabezas, afanes y deseos deseos deseos,
una historia de vos y yo invertidos
simulados como repeticiones en eco".
regarte en pleno campo
con aquella tinta dulce, casi hirviente
llenarte poro a poro
de flores y silencios.
Dejar que se me escape el rostro
volver al detalle de tus lirios
puntiagudos, casi humanos
para cubrirte los muslos tibios
con trazos de carbón puro.
Cernir mareas de colores
para que renazcan pieles
en tu vientre, casi jardín
con ayuda de mis soles
con tu semilla seductora.
Reconstruir los campos
mientras las bocas
exprimen su sabia, casi un mar
Sin lucha ni paciencia
sin prisa y con soltura.
Quiero oírte en luz serena
con este par de ojos
aislados y soberbios, casi apóstoles
de tus líneas descubiertas
de tu paz inmóvil y sincera.