martes, 21 de octubre de 2008

La mancha en el papel


A Nataly, quien me hizo olvidar y creció a mi lado.

Lo que significa ver
una manchita roja
sobre el papel.

Pudo haber sido
un pétalo seco
o un confite derretido;
una gota de fresco
o el labial extra.

La mancha en el papel
es la salvación ilusa
de una pasado de niños;
es el color de la pasión
o el de la muerte certera.
Es la sangre nueva
o aquella que sale del cuerpo.

Es eso que nunca estuvo
y al final fue producto
de un miedo doloroso.
La mancha roja,
esa, la del papel,
es la risa entre amigas
por dejar atrás
la ingenuidad y la sencillez.

jueves, 16 de octubre de 2008

Amarillo y azul


Ojalá hubiera un pintura para hacer que no me vieras

Es tan verde
como los adoquines
tontamente ordenados
que juntos forman un girasol
en la plaza del pueblo.

Tan verde
como esos muchachos
que aún no se han declarado
amor eterno
más que compartiendo
un queque de chocolate.

Verde
como esa niña
que carga el bolso de una madre,
cual niñera principiante,
con pijamas y chupones
de un niño recien nacido.

Como la manzana
en manos de la tonta de la clase,
tratando de evidenciar
su total delicadeza.

Igual que la envidia
de unos ojos flaquísimos
que añoran un poco de carne
para que los gusanos,
cuando muera,
puedan dejar
una concavidad vacía.

verde
susurro

verde

cadencia

verde

muerte


Verde
al igual
que los confites de la piñata
en la última fiesta
a la que asistió.

Tan verde
que se asemeja al cansancio
de un hombre sin zapatos,
aburrido de esperar
a la orilla de la acera.

Es tan verde
que olvidó
desde hace tiempo
cuál era su color favorito.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿Qué haré con flores y pedazos de papel?


Haré relucir
el brillo de mis ojos
y la sonrisa que cada amanecer
ponen en mis labios
esos ángeles tornasol.

Cada pétalo,
una lágrima que dejan en mi vida
esos instantes,
un arrullo eternizado
entre multitud de colores.

Cada pedazo de papel,
mi tinta consumida
entre madrugadas celestes,
entre matutino renacer.

Naturalmente:
yo


Para mis dos hermanos del alma: Jeff y Kike... Gracias por estar ahí siempre. Soy muy afortunada de tenerlos a mi lado. Los quiero muchísimo

martes, 23 de septiembre de 2008

Venta de garaje


Vendo
unas zapatillas marrón,
seis billetes rotos
y una canasta llena de naranjas;
el taller de mi abuelo,
la estampita de Ecuador
que se refleja en el espejo,
y una botellita de colonia.

(En la sección de objetos baratos
pongo los cuadernos de piano de Chopin,
la obra completa de Los Panchos,
dos versos de Gloria Fuentes,
y un libro que no conozco).

Si compra un par de cordones
se puede llevar
-a mitad de precio-
cierta clase de felicidad,
originada en Argentina,
en una cabaña de Buenos Aires,
para ser exactos.

Abro
un especial de dos por uno,
donde tengo relojes,
pares de medias,
cepillos para el cabello,
estuches,
semillas,
tazas de café,
una carreta
y un frasco
con las lágrimas de un ciego.

Vendo
el título de una novela,
tornillos para bicicleta
y una pomada que rejuvenece las manos.
Vendo también lazos de felpa,
peluches de animales:
monos, conejos, elefantes.


Esto es de ayer:
un retrovisor que conserva
la mirada alegre de un chofer;
(tratamos de limpiarlo,
pero sorprendentemente nada puede
contra esa mancha).

¿Se pregunta
por el precio de estas reliquias?
Todo depende del objeto.

Pero
a veces,
olvido marcar los objetos.
Los compradores los llevan
por sumas módicas,
un pestañeo
o un desesperado gesto
ante la paciencia
con que cada uno de ellos
es envuelto.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El tiempo ya no te pertenece


Zarpaste con cautela
a través de tormentosos ríos
y quisiste esconder
mi calma soleada y absurda.


Hoy decides que tu tiempo
es sólo mi pequeñez desorbitada,
mi febril canto valiente...
Tu tiempo es lo que no tengo.


Ya no sirve un robusto cuerpo;
ya no es tierra capaz de cargar
las raíces quebradas
por la ausencia de esperanza.


Mi campo no es tu espacio
y mi capullo cerrado
es ahora más compacto,
más incierto, más oscuro.

No podemos gritar
que quisimos ser asesinos
de un mañana descubierto,
pues ni tú alcanzaste ese momento
ni yo impulsé tu vuelo.

Hoy decidí que mi tiempo
es sólo tu pensamiento eterno,
tu fugaz deseo incompleto...
Mi tiempo es lo que ya no encuentro.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Quiero robar el destello de tus huesos


Intento descifrar

el desatino en tus pupilas

y esos brazos carnosos

que buscan mi desconcierto

con caricicas audibles, sonoras.

Retuerces mis entrañas

con manos suaves y tentadoras

que alcanzan mis silencios.

Me tomas viva,

llena, completa...

indefensa.

Un paisaje brumoso pintas

y tu pecho resuena en mi andar;

me devoras entera

en vuelo fugaz,

nocturno y paciente.


¿Y ahora?

Ahora sólo me entregas

de nuevo al sigilo...

cargando de ansiedad

mi tiempo,

dejando en mis labios

aire impuro y triste,

sinsabor de ilusa fantasía.

lunes, 25 de agosto de 2008

Escaleras del tiempo


Esta es mi melodía:

ya no soy

aquel fugaz desconsuelo

que brumoso y escurridizo

se dejó caer

sobre rojos lirios.

Tengo unas manos rasgadas

por la lejanía marchita

de un reloj inconsolable

y un soleado oscurecer.

La inocencia con armonioso paso

olvida en mi memoria

la soledad de fracasos ausentes.

Si te invento un paisaje,

¿podrías llenar de vida

un campo de desencanto?

Ya no soy

aquel incierto templo

en donde tu aroma se postraba

inhabitable y blando...

¿te han contado, alguna vez,

de ese absurdo y tentador anhelo

que llevo grabado

en mis alas de cartón?

Yo no intento saborear

los riachuelos cálidos

que algunas veces empapan

el frondoso palpitar

de tu sombrero ancho y perdido,

ni tampoco cubro con cristales

ese suspirar extenso

que te condena malherido.

He visto tus ojos

carcomiendo mi esperanza

frente a versos incompletos,

junto al mar de tu silencio,

y despojos azulados

cubren una a una

las cicatrices de mis pechos,

tus delirios, mis vacíos.

Mi melodía es esta:

te invito a caminar

a costas de lo eterno,

sin olvidar cada respiro

que por equivocación dejamos

sobre lo que ayer

dejamos de ser.