sábado, 20 de noviembre de 2010

Quedo


Tenés el silencio
y dos crayolas,
además del puerto
donde te quedás
una o dos veces por mes.

Cuando llegás
me imagino que los zapatos
son mordiscos
que le hacemos a la tierra
cada vez que le alquilamos
un espacio
para pensar en lo mucho
que habla la gente
y en lo poco que pintan mandalas,
incluyendo las partes en blanco.

Tenés el alba
y esa ausencia de miedo
podés vivir sin nosotros
pero a mí...
a mí me cuesta ese vacío.

Es cierto que uno mismo
suele ser la sombra y el cuerpo
y que volar se hace
desde el suelo
sin mirar hacia los lados,
pero a vos
te encanta mover
en círculos las alas
con afán de limpiar a los demás
en el huracán de tus recuerdos.

Tenés el ahogo
y al agua
o el ahogo
y al verso
porque a veces no sé
si lo que tardás en escribir
es el tiempo en que nadás
o si más bien
le temés al agua
y a la tinta que se le asemeja.

Tenés un respiro quedo
y el silencio,
repito....
el silencio con que enseñás al mundo
cómo se hilvanan
el color y los espejos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Dos poemas sin culpa



Para ausentar delirios
y descifrar soledades
andale perdiendo
la culpa a la vida.
Dejé de preocuparme
por tantas veces
que he robado
el corazón en un nombre
por esos instantes
convertidos
en renglón y medio
de historia.

Ya no me culpo
por la guerra de los ignorantes
y me propuse ganar adoquines
para mi grito
aún no publicado en las aceras.
Me cansé de hacerte ver
que al agua le podés hallar
colores degradados
o pedacitos de orgullo y miel.

Si no acostumbrás
ahogarte en los charcos
sentí miedo y reproche
pero nunca culpa
por no poder saltar
hacia la cosecha en cúpulas
esa forma tan rica
de que el mundo se acuerde
de vos y tu agonía.

Yo dejé de ver las cosas
sin antes imaginarlas
a blanco y negro
de puntillas
hechas con formas torcidas
y oliendo a jazz y blues revueltos.

Mi culpa no es
por inventar travesuras
aptas para pieles mayores
siempre y cuando
regrese a nosotros el estado nato
de inocencia y asombro.

Para ausentar cansancio
descifrar verdades
y llegar a ser palabra
perdete la culpa a vos mismo:
mirate al espejo
y hacele una mueca
a tu gesto olvidado.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Preposicional

En la esquina de tu frente
revolotean pedacitos de crepúsculo
tintes de ruido y sal...
acontecen sucesos innombrables.
Ante la historia de tu boca
desfilan silbidos
que enmudecen a cualquiera
antraen al viento de tarde
convirtiéndolo en un desacuerdo tonal.
Debajo del asiento de tus pies
miles de luchas hacen piruetas
sin bufones o colores...
marcan la rutina con elegancia
con la leve presión del paso.

Cabe en la silueta de tu hueso
el ruego que le hacemos
a esos hombres sin cabeza
víctimas de nuestro enojo
uniformados con angustia
al ser testigos de cómo
te extingues y me desvanezco,
hasta el límite de morir de hambre
por el insípido cúmulo de noches
cuando te toco y hay polvo
cuando me buscas
y el alba me lleva consigo
no permitiéndote saciar tus manos.

Para mi sigues llevando
esa agitación en la inocencia
que te hace menos perecedero
y te arranca las ganas
de ver la furia contenida.
Según nosotros
llovería calma por la tarde
mientras la hojarasca
renovara profundamente
la cresta encendida de la luna.

A tus latidos les he dado un nombre
como bautizándolos con la vida
seguida del llanto que le ruego a tu silencio
desde que supimos
que el olvido no nos era
para nada sencillo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Ambos





A Pablo

Tienen huerto entre los dedos
capullos creciendo
cerca del verdor terrenal.
No consiguen dar a luz
mariposas y jilgueros
porque aún no se unen
en carne y huesos completos.

Si los miras de lejos
creerás que se reconocen
por el tacto y los deseos
porque se conocen
simplemente
en la distancia de los hombres
si los ves de lejos
sentirás la inquietud
de sus semblantes serios.

Uno le teme un poco
a los baúles, al pétalo, al trigo
llora por fortuna y desventura...
llora por la vida...
se extiende en sonrisas
y ama con el corazón descubierto.

Otro recrea el amanecer
como si fuera su salvación única
es el motor de vida
silencio, paz y desvelo...
lloró solo una vez
al ver consumido su amor
antes el amor de aquel otro corazón.

Si estás cerca y observas
guiñan sus secretos
rezan al mar por el hoy
mantienen la promesa
de una eternidad con lirios
de una perpetua cadena de años.

Tienen ansias de fundar
una estela de sueño
de hilar con sus nombres
una diminuta canción...
de cerca o de lejos
uno y otro
se mecieron en un lazo
entrecruzado con miradas:
ampararon su pecho
en un hola, no un adiós.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Dos coma cinco

AL VARSI DAL EPOGI MRASANBA
E POGUA

"Hay que crear aparatos que nos enseñen el valor del silencio"
Otoniel Guevara


El corazón es como un lirio
que se escapa por entre las filas
de transeúntes alocados
incapaces de ordenar el asombro.

Cuantas veces se tenga la palabra
ermitaña especie nocturna
más veces hablará este pecho
sobre el secreto de los sueños.


El corazón no es como un lirio
es más bien un tropezón del alma
cansada del oleaje vacío
de esas suertes que parecen mares.

Ver alejarse la prisa
deletreando este par de ojos cansados
resulta como viajar en vuelo a casa
solo con unos pies... sin alas.


El corazón es más sencillo
que cinco veces nuestras tazas de café
porque no se confunde
se esparce en latidos cada verano.

Dicen que es fácil sembrarse
al lado de árboles sin hojas
de igual forma es natural
pedirle follaje al barro.


El corazón es el corazón
en las manos, en la tierra o fraccionado
es esa vida diminuta
que se inquieta y se renueva en el silencio.

lunes, 4 de octubre de 2010

El haber



Un hombre soñó
y clavó en las nubes
pedacitos de ojos,
estrellas que pestañeaban
cuando la humedad
era intensa y pesada.

Un mujer dudó
como si el llanto
no le asegurara también
la felicidad del cuerpo
como si las noches no fueran
cenizas del descanso.

Él se dedicó a tildar
aquellos cielos escondidos
mientras ella abrazó con lunas
las palabras que comenzaba a olvidar.

Una vez
un hombre repleto
y una mujer vacía
juntaron auroras:
él no conocía inquietudes
había permanecido clavado
con sus sueños de loco;
ella no conocía encantos
había permanecido cegada
por una oscura ignorancia.

Esa vez
hombre y mujer
fundaron el tiempo:
el de vivir amarrados
a la nada.

domingo, 3 de octubre de 2010

Click


Fotografía: Daniela Castro


Dicen que allá abajo
descansaba la tormenta...
ella diosa,
desde arriba,
sabía que su aire
y su color
eran solo incomprendidos
por el ruido de los hombres.

Si alguno lo hubiera sabido,
habría dado todo
por volar entre la angustia,
por saltar aún sin impulso,
por llegar hasta su tono.

Dicen que allá arriba
no había pecado ni secuela:
la fascinación de sus ojos
recaía en poder revertir
cada día
la forma en que abría su ventana.